La única forma de darnos cuenta de que nos han robado
nuestra identidad, desgraciadamente, es de manera reactiva, es decir, cuando ya
ha sucedido y comenzamos a ver publicaciones extrañas, nuestros amigos nos
avisan de que algo raro ocurre o, algo mucho peor, por mucho que introducimos
la contraseña de nuestra cuenta de correo, ésta es inválida (aunque tengamos la
certeza de que era correcta). Ante una situación como ésta es bastante lógico
ponerse nervioso y que un escalofrío recorra nuestro cuerpo; no es para menos
porque podría darse el caso que alguien entrase en nuestra cuenta de LinkedIn y
le dijese alguna cosa nada amistosa, por ejemplo, a nuestro jefe; sin embargo, es
muy importante no perder la calma y actuar con celeridad.
![](https://lh3.googleusercontent.com/blogger_img_proxy/AEn0k_sdQS_NxON9_T67EbtBxLXy4k2mHwCmD9C8GIVqmOdP7UtYxe1Jg8AFX6TgN2DYtpf8J9pdEuuXJnxu2xTN6McNbOG0z3WiwifGo9o7QMeoyogOPZMy4ZoOnrgXjrVEMtwneGTRfTwS8CcQ8Oohq1NRZ7c30ch9RHivaqWWMQ=s0-d)
¿Qué es lo que debemos hacer? Es
fundamental poner el caso en manos de las autoridades (Policía, Guardia
Civil e, incluso, la Agencia
Española de Protección de Datos) y, además, debe mostrar esta
pérdida de control solicitando la suspensión temporal de la actividad de
las cuentas que han sido comprometidas y activar los mecanismos para recuperar
el control. Servicios como Gmail,
Facebook, Twitter o Tuenti tienen
establecidos protocolos y cuestionarios a seguir para recuperar el control
de una cuenta que se haya visto comprometida y, por tanto, tendremos que
recurrir a éstos para solucionar el problema.
En cualquier caso, el
usuario es la mejor línea de defensa, por tanto, aunque nadie está
libre de que le roben su identidad, sí que podemos ponérselo más difícil a
los “amigos de lo ajeno” siguiendo algunas pautas:
Mejorar la fortaleza de nuestras
contraseñas, evitando usar la misma en todos los servicios en los que nos
registremos y, a ser posible, sin utilizar información personal que se pueda
adivinar (fecha de nacimiento, nombres de familiares, nombres de mascotas, etc)
No compartir nuestra contraseña con nadie,
aunque sea de confianza y, además, es importante renovar las contraseñas con
cierta frecuencia
Usar navegación segura siempre que sea
posible, es decir, usar SSL (HTTPS) y configurar así servicios como Facebook o
Twitter dentro de las opciones
Jamás enviar nuestra contraseña por correo
electrónico. Ni nuestro banco, ni el administrador de nuestro correo, ni
Facebook, ni Gmail, ni el Servicio Postal nos va a solicitar jamás que les
enviemos nuestra contraseña por correo electrónico. Si recibimos un correo así,
seguramente, estaremos delante de un intento de phishing que, precisamente,
buscará hacerse con nuestras credenciales